Están lejos todavía de los de las drogas y otros delitos, pero los ingresos de los criminales que operan aprovechando el internet, y el auge de las transacciones electrónicas están cerrando la brecha entre ellos. El internet, lógicamente, puede usarse para muchas operaciones ilegales, desde ventas de sustancias prohibidas hasta tráfico de armas y pornografía infantil, pero nos referimos ahora a los criminales que utilizan la tecnología para cometer robos, fraudes, falsificaciones y otras actividades delictivas.
Según un reporte elaborado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales y publicado ayer, el costo de los crímenes cibernéticos a nivel mundial ha llegado a la extraordinaria suma de US$445,000 millones, punto intermedio de un rango de estimados que va desde un mínimo de US$375 mil millones a un máximo de US$575 mil millones.
El Centro, fundado hace 50 años, y cuya sede está en Washington, se ufana de ser la única institución dedicada a las investigaciones sobre asuntos económicos, políticos, tecnológicos, energéticos y de seguridad que tiene expertos afiliados esparcidos por todo el mundo.
Como es lógico, las economías de mayor tamaño y tecnológicamente más avanzadas son las que más daños han sufrido, ocupando los primeros puestos los Estados Unidos, China, Japón y Alemania. De acuerdo con los datos del Centro, los dos tipos principales de delitos cibernéticos consisten en la sustracción de datos personales, incluyendo números de tarjetas de crédito, y el robo de tecnología, planes de negocios y otras clases de propiedad intelectual. Agrega que esas actividades desincentivan la innovación e incrementan el desempleo y la quiebra de empresas.
El rango de intereses del Centro es vasto. Últimamente también ha publicado informes sobre las esferas de poder en Asia, la geopolítica de la energía, los eventos en Ucrania y la expansión de la tuberculosis.
Publicación original: Diario Libre