Ya sea como inversionistas ángeles, aceleradores o fondos de capital riesgo en fase inicial, cada uno de nosotros vio Playdom/Disney, Groupon y un par de otras multinacionales que adquirieron empresas en fase inicial en América Latina. Asumimos, lógicamente, que estas serían las primeras de muchas otras con ambiciones mundiales que vendrían a América Latina en la búsqueda de empresas para adquirir.
La apuesta que hicimos era sencilla y parecía razonable, ya que en LatAm, en el último siglo, la mayoría de las fortunas se han hecho y rehecho utilizando una fórmula simple: construya una empresa y véndala a los inversores internacionales cuando el mercado local se “caliente”.
Web 2.0
Y así comenzó la revolución de la Web 2.0 en América Latina. Los inversionistas ángeles empezamos a abrir nuestras billeteras. Surgieron aceleradoras de proyectos en toda la región. Actores gubernamentales en Chile, Argentina, Colombia apoyaron la creación de empresas con dinero en efectivo y oficinas. El dinero de capital de riesgo más institucionalizado como Sequoia, Redpoint Ventures, Tiger Global o Kaszek Ventures, comenzó a llegar en busca de inversiones en toda la región... Fue impresionante. Fue una gran fiesta.
Ahora estamos despertando, tres o cuatro años más tarde, medio dormidos por los efectos de la resaca.
El ecosistema de las fases iniciales en América Latina está cayendo en una crisis. No puede soportar más que el dinero siga entrando y no salga.
Y uno de los grandes motivos por los que las salidas no se han producido es simple: no hemos podido construir empresas que resulten lo suficientemente convincentes como para despertar el interés de las multinacionales.
ATRACTIVAS LOCALMENTE
En lugar de posicionarnos como empresarios empeñados en la innovación disruptiva, nuestro enfoque ha sido, demasiado a menudo, buscar salidas rápidas o encontrar un inversor más para financiar las pérdidas de la empresa, pero perdimos de vista que nuestro objetivo tenía que ser crear empresas grandes y sostenibles que resuelvan problemas de la región.Es difícil imaginar que en América Latina estemos dispuestos a aceptar una tasa de fracasos como la de Silicon Valley, en particular porque nunca tendremos los mega- éxitos como Facebook, LinkedIn, Twitter, Google o Microsoft que los compensen.
Tenemos que empezar a crear empresas que puedan ser objetivos de adquisición atractivos para los grupos económicos locales que dominan nuestras economías.
En América Latina existen muy pocas empresas verdaderamente públicas. Prácticamente todas las compañías están dominadas o controladas por un grupo familiar/económico.
Publicación original: Listín Diario